Experimentar a través de la respiración: una puerta al habitar corporal
- Lorena Naves
- 25 jun
- 3 Min. de lectura

La voz del cuerpo y el arte de respirar
Cuando se le pregunta a alguien cómo respira, es común que modifique de inmediato su postura y comience a respirar “como se supone que debe hacerlo”, imitando algún modelo aprendido. Basta con mencionar la palabra respiración para que muchas personas tomen conciencia, quizás por primera vez en el día, de que están respirando.
Este fenómeno es revelador: una función autónoma, como es la respiración, puede volverse voluntaria con solo dirigirle atención. Pero ¿qué ocurre cuando intentamos controlar o corregir esa respiración? ¿Es acaso necesario hacerlo?
En el ámbito de las prácticas corporales, la respiración no se impone ni se dirige, sino que se observa, se escucha y se permite. Esto marca una distancia con los métodos de gimnasia respiratoria o técnicas que indican cómo, cuándo o cuánto respirar. Aquí no se trata de imponer un ritmo o sincronizar la inspiración con un movimiento, sino de invitar a un modo diferente de habitar el cuerpo.
Del hacer al permitir: una propuesta distinta
Experimentar a través de la respiración no implica ejecutar ejercicios, sino desarrollar una actitud de testigo ante el propio cuerpo. El rol de quien guía la experiencia no es dar pautas ni instrucciones, sino facilitar un espacio de percepción atenta.
En lugar de “inspirar al flexionar” o “espirar al extender”, se invita a preguntarse:
¿Cuál de estos movimientos me invita a inspirar?
¿Qué zonas del cuerpo se movilizan cuando respiro en reposo?
No se trata de buscar una respiración ideal, sino de observar cómo el cuerpo respira cuando no es interrumpido, cómo se organiza internamente para permitir el flujo del aire. Esta atención sensible abre posibilidades de descubrimiento y reconexión.
Escuchar el cuerpo: una práctica sutil y profunda

Percibir con las manos el movimiento respiratorio en zonas como el esternón, las clavículas, la pelvis o la cabeza, no es intervenir ni manipular. Es escuchar con el tacto, registrar cómo los tejidos se contraen y expanden, cómo los huesos se deslizan, cómo la ropa roza la piel. Todo este paisaje sutil se vuelve accesible cuando dejamos de hacer para simplemente estar.
Observar los cambios del ritmo respiratorio mientras el cuerpo se mueve o se relaja no es corregir ni controlar, sino dejar que el cuerpo revele sus modos naturales de adaptación. Respirar profundamente no es forzar una inhalación, sino liberar los músculos que suelen estar tensos: el diafragma, la espalda, las costillas, la pelvis.
La respiración, entonces, no se aprende. Se recupera. Se permite. Se reencuentra en su estado más primitivo: el que tuvimos al nacer, sin mandato, sin técnica.
Acompañar gestaciones desde esta mirada
Cuando acompañamos a mujeres gestantes desde esta perspectiva, invitamos a reconectar con la respiración como un recurso interno y propio, disponible tanto en el reposo como en el movimiento. Explorarla sin imponerla abre posibilidades de autorregulación frente a molestias físicas, tensiones emocionales y necesidades de adaptación interna.
Respirar de forma consciente, según el propio ritmo y necesidad, puede ser una herramienta poderosa para transitar el dolor, acomodar el cuerpo al crecimiento del bebé y crear un vínculo con el cuerpo que será clave en el trabajo de parto, el puerperio y la lactancia.
La respiración como camino de reconexión
En Escuela Renacer creemos profundamente que todo proceso de formación profesional en salud, acompañamiento y cuidado, debe incluir un espacio para la conciencia corporal. No como un anexo, sino como una dimensión fundamental del saber.
La respiración, el movimiento, la postura, la escucha interna… son expresiones vivas de lo que ocurre en el cuerpo y en la historia de cada persona. Por eso, en nuestras formaciones proponemos prácticas que permitan habitar el cuerpo, afinar la percepción y devolverle lugar a esa voz silenciosa pero potente que habita en lo somático.
Acompañar a otras personas en procesos vitales exige también haber transitado por nuestra propia experiencia corporal. Por eso, potenciar la voz del cuerpo no es solo un acto de cuidado personal, sino también una herramienta para acompañar desde un lugar más sensible, presente y humano.
Referencias bibliográficas:
Embarazo y Nacimiento Eutónico, Método Frida Kaplan. Ediciones B
Música y Eutonía, Violeta Hemsy de Gainza y Susana Kesselman. Editorial Lumen
Comments