Escrito por Juan Carlos Chirino.
Después del parto, nuevamente la mujer y su bebé se ven enfrentadas al valor fundamental y central del modelo biomédico, la separación (Davis‐Floyd, 2001); la cual podemos visibilizar en el mismo lugar donde se asistió el parto, con el corte precoz del cordón umbilical, la interrupción del contacto piel con piel y en otras unidades con el uso indiscriminado de leche de fórmula o suero glucosado intentando reemplazar los privilegios de la lactancia materna, además las madres se ven presionadas porque no las
dejan colechar con su bebé, a pesar que el instinto de la diada es separación cero; promoviendo en clínicas el traslado del bebé a la nursery para el “buen descanso materno post parto”, del cual no hay duda cuando la madre lo necesita por motivos personales o asociados a su estado de salud post parto, pero lamentablemente el impacto de una separación injustificada tiene consecuencias a corto y largo plazo para la madre y su bebé.
Para acompañar el Puerperio y Lactancia, es necesario conocer los aspectos clínicos y emocionales que rodearon a la mujer en su parto, ya que la sobremedicalización y/o el ambiente emocional que ocurrió en ese momento, influyen directamente en el futuro de esta etapa. Al conocer estos antecedentes se puede atender a las necesidades propias de cada diada para fortalecer su vínculo y su relación con la Lactancia.
La evidencia actual menciona que la analgesia epidural reduce la sensibilidad de los nervios sensoriales de la diada, interfiriendo en la regulación fisiológica mutua que ocurre en el post parto (Buckley et al, 2023); el uso de oxitocina sintética en el trabajo de parto se relaciona con mayor probabilidad de asfixia perinatal, partos instrumentales, aumento del dolor materno, hemorragias post parto y otros efectos adversos que interfieren en la adaptación fisiológica del Puerperio y Lactancia (Uvnäs-Moberg et al, 2019), a todo lo anterior tenemos que sumarle el ambiente psicoafectivo que rodeo a la mujer durante el trabajo de parto y parto, ya que si fue un ambiente adverso, donde se sintió denigrada, carente de empatía y amor, las posibilidades de transitar a una depresión post parto aumentan (Leinweber et al, 2022).
El modelo biomédico es tan poderoso, que en la actualidad a la mayoría de las mujeres se les obliga a parir en una posición horizontal, a pesar que existe contundente evidencia que esta posición es la menos adecuada para el momento del parto, siendo la posición vertical una de las más beneficiosas. Por otro lado, en el Puerperio se les “educa” que la mejor posición para amamantar es la vertical “sentada con espalda recta”, posición que atenta con el bienestar físico y psicológico de la madre y su bebé al ser una posición que requiere esfuerzo físico constante para sostenerla. Lo que necesita la mujer en el post parto, es una posición cómoda, de descanso, una posición que le permita tumbar su cuerpo libremente para poder amamantar y contemplar a su bebé, como se da la mayoría de las veces en una posición horizontal. Al seguir analizando las intervenciones que ocurren en el post parto inmediato y que promueven la separación, el corte precoz del cordón umbilical es una práctica clínica que merece atención y detención de parte de quienes no han logrado visibilizar el impacto que esto conlleva, ya que las investigaciones son contundentes al mencionar que un corte tardío de cordón umbilical favorece una mejor adaptación del recién nacido/a a la respiración pulmonar, permite el traspaso óptimo de células madres, asegura reservas de hierro óptimas hasta el año de vida, mantiene los niveles de oxígeno y glucosa durante el periodo de transición, entre otros beneficios reportados a través de investigaciones clínicas disponibles en la plataforma científica https://pinzamientoptimo.org/
Luego del corte de cordón viene una de las intervenciones más grandes que impactan profundamente a la madre y su bebé: separarlos a los minutos postparto, obstaculizando ese encuentro tan esperado, que requirió alrededor de 9 meses para conocerse al otro lado de la piel. Esta intervención es crítica, porque en contextos fisiológicos una vez que ocurre el parto prácticamente hay oxitocina endógena circulando por todo el cuerpo de la madre y su bebé, generándose un ambiente neurohormonal específico e irrepetible, destinado a facilitar el inicio del vínculo madre-hijo/a (Uvnäs-Moberg et al, 2019). Además, durante este periodo de contacto piel con piel, ocurre una simbiosis con la flora
microbiana de la madre y su bebé, fortaleciéndole el sistema inmunológico a su hijo/a en una segunda instancia, considerando que la primera ocurrió al pasar por el canal de parto (Moore y Townsend, 2019). Si el nacimiento ocurrió a través de una cesárea, es importante aclarar que no existe impedimento para facilitar el contacto piel con piel, todo lo contrario, es necesario practicarlo para fortalecer el vínculo, la microbiota del bebé y el futuro de una lactancia materna exclusiva. Las limitaciones actuales del contacto piel con piel en cesáreas son principalmente desconocimiento del personal de salud, falta de empatía y olvido de que una cesárea es un procedimiento quirúrgico donde está ocurriendo un nacimiento.
Cuando separamos a la madre de su bebé post parto, independiente si la separación está justificada por temas de salud, es necesario tener en cuenta que en ambos ocurrirá una desregulación emocional y física que impactará en su Puerperio y Lactancia. La mayoría de las veces, si esta separación se extiende en el tiempo, implica que el recién nacido/a regresa donde su madre desorientado/a y desregulado/a, quien tardara un tiempo en recuperarse del estrés asociado a la separación. Al mismo tiempo, a la madre se le transmite que debe alimentar pronto a su bebé con leche materna, no dejando pasar 4 horas y considerando 10 minutos de toma mínimo por cada mama, de lo contrario lo alimentaran con leche de fórmula para evitar una hipoglicemia, culpabilizando directamente a la madre de las acciones que el modelo biomédico promulga, ya que esta indicación del intervalo de tiempo y horarios rígidos, fue interpuesta en pleno auge de la revolución industrial, cuando el comercio de leche artificial no contaba con ninguna regulación sanitaria, universalizando esta recomendación alrededor del mundo, adoptando como “normal” que si un bebé da signos de necesidad de alimento antes de las cuatro horas, es sinónimo de que quedó con hambre y es necesario suplir con leche de fórmula, sin visibilizar el impacto que esto trae para la salud física y emocional de la madre y su bebé, el impacto emocional y económico para la familia, el impacto medioambiental y otros aspectos que involucran a la industria de la alimentación infantil (Vallone, 2009).
Nos acercamos a las cuatro décadas desde que la Organización Mundial de la Salud emitió sus primeras recomendaciones para el parto y nacimiento, donde hizo alusión a la
importancia de que la mujer este acompañada en el todo momento por su acompañante
significativo, mencionó que era clave que la madre y su bebé no se separaran, además de promover la lactancia materna (OMS, 1985). Si bien estas recomendaciones se centraron en la atención del preparto y parto, posteriormente han surgido nuevas recomendaciones y declaraciones que intentan visibilizar el Puerperio y Lactancia, lamentablemente aún falta que los equipos de salud logren ver el impacto generacional que se provoca a través de las prácticas clínicas centradas en el modelo biomédico.
Es necesario visibilizar y conversar del Puerperio y Lactancia como una etapa crítica de la vida de las mujeres y sus bebes, ya que es una etapa que puede durar años y el impacto de las malas prácticas clínicas, la desinformación, el abandono y la falta de empatía de parte de toda la sociedad, lamentablemente sigue vigente en la actualidad, a pesar que nos encontramos transitando a un modelo de atención humanista en salud.
Referencias bibliográficas
Buckley, S., Uvnäs-Moberg, K., Pajalic, Z., Luegmair, K., Ekström-Bergström, A.,Dencker, A., Massarotti, C., Kotlowska, A., Callaway, L., Morano, S., Olza, I. & Magistretti, C. M. (2023). Maternal and newborn plasma oxytocin levels in response to maternal synthetic oxytocin administration during labour, birth and postpartum–a systematic review with implications for the function of the oxytocinergic system. BMC pregnancy and childbirth, 23(1), 1-56.
Davis‐Floyd, R. (2001). The technocratic, humanistic, and holistic paradigms of childbirth. International Journal of Gynecology & Obstetrics, 75, S5-S23.
Leinweber, J., Fontein‐Kuipers, Y., Thomson, G., Karlsdottir, S. I., Nilsson, C., Ekström‐Bergström, A., Olza I., Hadjigeorgiou E. & Stramrood, C. (2022). Developing a woman‐centered, inclusive definition of traumatic childbirth experiences: A discussion paper. Birth, 49(4), 687-696.
Moore, R. & Townsend, S. (2019). Temporal development of the infant gut microbiome. Open Biol. 9:190128. doi: 10.1098/rsob.190128
Organización Mundial de la Salud OMS. (1985). Declaración de Fortaleza. Tecnología apropiada para el parto. Lancet, 2, p. 436-437.
Uvnäs-Moberg, K., Ekström-Bergström, A., Berg, M., Buckley, S., Pajalic, Z., Hadjigeorgiou, E., Kotlowska, A., Lengler, L.,Kielbratowska, B., Leon-Larios, F., Meier, C., Downe, S., Lindström, B. & Dencker, A. (2019). Maternal plasma levels of oxytocin during physiological childbirth–a systematic review with implications for uterine contractions and central actions of oxytocin. BMC pregnancy and childbirth, 19, 1-17.
Vallone, F. (2009). Pequeños grandes clientes: la publicidad de sucedáneos de la leche materna en dos revistas pediátricas de Argentina entre 1977 y 2006. Salud colectiva, 5, 87-105.
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