La evidencia es clara y contundente, fortalecer la educación que reciben las matronas y matrones es clave para reducir la mortalidad materna y neonatal, a tal punto que a nivel global un 80% de estas muertes se podrían prevenir según el informe “Fortalecimiento de la calidad de educación en partería para la cobertura universal de salud 2030”, elaborado por la OMS, UNFPA, UNICEF y la ICM el año 2019, el cual propone un plan de acción de siete pasos para fortalecer una formación de calidad.
Al comparar la educación que reciben las matronas y los matrones a nivel mundial, se observan importantes limitaciones. Entre ellas, destacan inconsistencias en los estándares educativos y de formación, una calidad deficiente en la enseñanza, la presencia de docentes no calificados, espacios físicos poco adecuados para el aprendizaje, insuficiencia de campos clínicos y, en casos extremos, la falta de acceso a agua y saneamiento en las instituciones educativas y los establecimientos de salud.
Es fundamental que las universidades y los campos clínicos con una relación docente-asistencial asuman con responsabilidad la influencia que ejercen en la experiencia cognitiva, física y emocional de las y los estudiantes de obstetricia. El modelamiento profesional de las y los futuros profesionales está determinado por las vivencias tanto en el aula como en los campos clínicos, independientemente de las ideas preconcebidas que puedan tener sobre su futuro lugar de trabajo. Así lo demostró una investigación realizada a un grupo de estudiantes de obstetricia que manifestó que su elección del lugar de trabajo, estaría influenciado por sus docentes de aula, el entorno donde realizan sus prácticas y la posibilidad de entregar una atención continúa a las mujeres y familias que acompañan, valorando las experiencias clínicas en hospitales públicos, donde podían ejercer su futura profesión con mayor autonomía, ya que mencionaron que en la salud privada la matrona y matrón era sometido a un sistema jerárquico y solo actuaba
bajo las órdenes médicas, además destacaron la importancia que tiene el rol docente en mostrarles y permitirles reflexionar en profundidad respecto a los escenarios clínicos a los cuales se enfrentan.
La formación profesional de la matrona y matrón en Chile

El año pasado se celebraron los 190 años de matronería profesional y en la actualidad la carrera de obstetricia en Chile se sitúa al mismo nivel que Reino Unido, Países Bajos, Suecia y Nueva Zelanda, siendo países ejemplares que continuamente adoptan medidas para fortalecer la educación en matronería en consonancia con la nueva evidencia.
Este año cumplo quince años como docente y quisiera ver con mayor optimismo la evolución y transformación que ha tenido la carrera de obstetricia, teniendo la oportunidad de trabajar en tres universidades, en aula y en campos clínicos como docente en el área de partos. Recuerdo con gran alegría la participación en comisiones de innovación, integrando el modelo de atención humanizado a nivel curricular, soñando y visualizando a futuras y futuros profesionales ejerciendo su carrera de manera consciente y disfrutando su oficio acompañando a las mujeres y su familia, independiente del nivel de atención y área donde elijan trabajar.
Pero el panorama no es tan alentador, lamentablemente las casas de estudios siguen en deuda con la integración del modelo holístico de atención a sus mallas curriculares, si bien es más común leer en los perfiles de egreso la frase “Atención Humanizada”, la vivencia que reciben las estudiantes carecen de esta hermosa intención. Las investigaciones revelan entornos clínicos adversos que están bastaste lejanos al ambiente propicio para el proceso de socialización profesional, por el cual una/un estudiante aprende las habilidades, conocimientos, valores, comportamientos y actitudes necesarias para asumir su rol profesional.
Las emociones que predominan en las futuras matronas y matrones se relacionan con desilusión, impotencia y presión por tener que ser testigos de una mala práctica, siendo participes activos muchas veces de estos escenarios, devaluando su compromiso con las mujeres.
Salud física y mental de las futuras matronas y matrones
Me gustaría mencionar ejemplos de países donde la formación sea ejemplar, pero las historias traumáticas que revelan las y los estudiantes están presentes a nivel global. Una investigación realizada a estudiantes de obstetricia en Reino Unido analizó cinco categorías que resumían la experiencia que vivenciaban en su formación: “panorama sombrío en entornos hospitalarios”, “sentirse en tierra de nadie”, “eventos angustiantes en la práctica y el impacto en los estudiantes” y “las formas de enfrentar ciertos eventos y tensiones en su rol”. El impacto reconocido por las y los estudiantes al ser testigos de ambientes altamente estresantes, se ha relacionado con efectos en la salud física revelando controlar el estrés a través del consumo excesivo de tabaco, alcohol y alimentos.
En la actualidad, sobra la evidencia que sustenta que las experiencias traumáticas que rodean el nacimiento, impactan negativamente en la salud física y mental de estudiantes, favoreciendo el desarrollo de síntomas psicológicos y conductuales, asociados a trastorno de estrés postraumático, síndrome de estrés traumático secundario, fatiga por compasión y agotamiento y traumatización indirecta, los cuales se ven aumentados en los profesionales que acompañan este proceso, por la naturaleza del trabajo relacionado con las emociones humanas, además de tener que ejercer la labor en culturas jerárquicas y poco tolerables.
Cada día, miles de estudiantes enfrentan situaciones éticamente inapropiadas que generan sentimientos de conflicto entre sus acciones y sus convicciones personales y profesionales. La incapacidad de actuar conforme a su conciencia, ya sea por temor o por superar los límites de su competencia, compromete sus valores e identidad, llevándolos a experimentar un sufrimiento moral, daño psicológico que ocurre cuando las personas se ven obligadas a presenciar o llevar a cabo acciones que entran en conflicto con sus valores morales.
Humanicemos la docencia
Visibilizar y validar el concepto de “docencia humanizada” es clave para avanzar hacia un modelo holístico de atención. Invito a mis colegas docentes a buscar espacios reflexivos profundos donde las y los estudiantes puedan expresar libremente sus emociones y cuestionar el modelo de atención donde realizan sus prácticas, así también exigir en las casas de estudios espacios de cuidado hacia las y los docentes, ya que entiendo muy bien lo adverso que es acompañar a estudiantes en campos clínicos desfavorables.
Valoro profundamente a quienes están haciendo grandes cambios en las casas de estudios y quienes llevan estos cambios a los campos clínicos, inculcando una filosofía de respeto y de dignidad hacia las mujeres y familias que les entregan atención.
El informe que mencioné al inicio invita a reformas radicales en la educación que reciben las futuras matronas y matrones, las cuales requieren de esfuerzos coordinados y articulados a nivel de ministerio de salud, ministerio de educación, ministerio de hacienda, ministerio de trabajo y ministerio de relaciones exteriores; junto a la sociedad civil, los sectores públicos y privados, sindicatos y asociaciones, diversas instituciones y la academia. Además, hace énfasis que es esencial una colaboración respetuosa para superar las jerarquías de poder que impiden la comunicación constructiva.
Como se señaló en el artículo ¿sobran las matronas y matrones?, existe un déficit a nivel global, ya que actualmente representan menos de 10% del personal mundial de salud sexual, reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente, siendo esta cifra clave para cuestionarnos la calidad de educación que reciben las matronas en su experiencia formativa y lamentablemente, en algunos lugares hasta deformativa, y visibilizar la importancia que tiene humanizar la docencia.
Referencias:
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