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Lo que la ciencia vuelve a confirmar: madre y bebé deben estar juntos

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Hace pocas semanas se publicó un nuevo artículo en Cochrane, una revista reconocida por sus metaanálisis y revisiones sistemáticas que sirven como base para la toma de decisiones en políticas públicas en salud. En esta ocasión, la actualización aborda un tema que nos toca profundamente: el contacto piel con piel inmediato tras el parto, sus beneficios y su impacto en la salud de madres y bebés.

Esta nueva revisión incorpora más estudios y aumenta el tamaño de muestra respecto a la versión publicada en 2016.

 

¿Qué nos dice la evidencia?

Aunque la actualización añade más datos, los hallazgos no cambian de manera significativa. Y eso, en sí mismo, es una buena noticia:Desde hace décadas sabemos que el contacto piel con piel temprano es beneficioso, tanto para la madre como para el recién nacido, y que la separación en las primeras horas de vida constituye una intervención innecesaria y potencialmente dañina.

Sin embargo, sabemos también que la evidencia no siempre se traduce en la realidad. En muchos lugares donde hoy nacen niños y niñas, las brechas persisten: falta de personal, infraestructura limitada, diferencias según el tipo de parto (vaginal o cesárea), protocolos institucionales rígidos… Todo esto sigue impidiendo que el contacto piel con piel inmediato sea un estándar universal.A nivel mundial, los datos muestran que esta práctica es menos frecuente en países de bajos ingresos, lo que amplía aún más las inequidades.

 

Lo que acontece hoy en nuestros hospitales

Hace algunos días estuvimos reunidas con matronas y matrones en un hospital público para abordar temas de puerperio y lactancia. Escuchamos con atención las dificultades que enfrentan para garantizar algo que parecería tan simple como no separar a un bebé del cuerpo de su madre.La falta de personal, las demandas asistenciales y las diferencias en los flujos según el tipo de parto, aún provocan que muchos bebés sean separados durante sus primeras horas de vida… horas que son profundamente sensibles para el establecimiento de la lactancia, el vínculo y la regulación fisiológica.

 

La fisiología es clara: madre y bebé están diseñados para estar juntos

La neurobiología del parto y nacimiento ha demostrado que existe una “danza neurohormonal” única entre madre y bebé: un intercambio íntimo que sostiene la transición del recién nacido a la vida extrauterina, activa sus reflejos, estimula la lactancia y fortalece el vínculo y el enamoramiento temprano.

 Interrumpir ese proceso no es neutro: tiene consecuencias.

 

Beneficios del contacto piel con piel inmediato

Para el recién nacido:

  • Mejor adaptación fisiológica tras el nacimiento: estabiliza la respiración, la frecuencia cardíaca y la temperatura.

  • Aumento de los niveles de glucosa, lo que disminuye riesgos de hipoglicemia en las primeras horas.

  • Inicio más efectivo de la lactancia, gracias a la activación de reflejos primitivos (búsqueda, gateo, succión).

  • Mayor probabilidad de lactancia exclusiva, tanto al alta como a las semanas y meses posteriores.

  • Reducción del llanto y del estrés, favoreciendo una transición más suave a la vida extrauterina.

  • Mejor colonización bacteriana, al primar el microbioma materno.

  • Regulación más estable del sistema nervioso, favoreciendo el sueño tranquilo y la autorregulación.

Para la madre:

  • Aumento de la producción de oxitocina, favoreciendo la eyección láctea, el vínculo y la reducción del sangrado posparto.

  • Mayor confianza y bienestar emocional, lo que disminuye ansiedad y favorece la conexión temprana.

  • Mayor probabilidad de mantener lactancia exclusiva y de sostenerla en el tiempo.

  • Apoyo al establecimiento del vínculo afectivo, facilitando la lectura de señales del bebé.

  • Sensación de satisfacción y protagonismo en la experiencia de nacimiento.

Para el binomio madre–bebé:

  • Fortalece el vínculo y el enamoramiento temprano, gracias a la sincronización neurohormonal.

  • Favorece el desarrollo del apego seguro y la regulación mutua.

  • Reduce intervenciones innecesarias, favoreciendo un comienzo más respetuoso y fisiológico.

  • Promueve un inicio de vida más saludable, con efectos que se extienden más allá de las primeras horas.


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Volver al contacto piel con piel es, en cierto modo, volver a lo esencial. En un mundo donde la tecnología y las rutinas hospitalarias han ido ocupando espacios que antes pertenecían al cuerpo, al vínculo y a la intuición, esta práctica nos recuerda algo profundo: el inicio de la vida humana necesita cercanía, calor y presencia, no separación.

La evidencia científica hoy confirma lo que las mujeres, las parteras y las comunidades han sabido desde siempre: 

el cuerpo materno es el primer territorio de cuidado...y respetar esa fisiología no es un lujo, es un derecho.

 

Nuestro deseo es que este conocimiento siga abriendo caminos, inspirando cambios estructurales y sosteniendo a quienes acompañan partos y nacimientos en distintos territorios. Que podamos, paso a paso, construir sistemas de salud donde las prácticas simples pero trascendentes —como no separar a un bebé de su madre— sean protegidas y aseguradas para todas.

 

Porque cada nacimiento marca no solo a una familia, sino a una sociedad entera. Y comenzar la vida juntos, piel con piel, es una forma poderosa de sembrar bienestar desde el primer instante.


Referencias: Moore ER, Brimdyr K, Blair A, Jonas W, Lilliesköld S, Svensson K, et al. Immediate or early skin-to-skin contact for mothers and their healthy newborn infants. Cochrane Database of Systematic Reviews 2025, Issue 10. Art. No.: CD003519. DOI: 10.1002/14651858.CD003519.pub5

Publicado: 22 de octubre, 2025. Disponible: https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD003519.pub5/full


 
 
 

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